jueves, 17 de diciembre de 2009

ESTANDARES EDUCATIVOS PARA DISMINUIR LAS BRECHAS DE CALIDAD

La emergencia del tema de la calidad tiene también consecuencias en la concepción y gestión de los sistemas educativos. El impacto ha sido, básicamente, que los sistemas educativos han iniciado procesos de apertura hacia las demandas de distintos actores organizados de la sociedad y buscan establecer una mejor conectividad con ellas. Un sistema autoreferido, sin rendición de cuentas, no requiere de estándares. Pero un sistema que se abre al juicio de otros, sí lo requiere.
En este contexto, podemos ver que las diferentes modalidades de descentralización, búsqueda de alianzas y acuerdos orientados a considerar las demandas de distintos actores organizados de la sociedad, son formas que buscan establecer una mejor conectividad con ella. Pero las demandas varían según sean los sectores que las formulan. Por lo tanto, a nivel de la gestión ha sido necesario iniciar procesos de concertación y búsqueda de acuerdos entre los distintos sectores.
En este contexto, la formulación de estándares constituye un aporte diferente en los esfuerzos de concertación, pues ellos son una manera concreta de proponer formulaciones escritas y de carácter más técnico, a partir de las cuales se pueden llegar a acuerdos más fácilmente entre los distintos sectores.
Por otra parte, los procesos de descentralización han motivado una revisión del papel del Estado en los procesos educativos. El estado tiene que proponer, evaluar, rendir cuentas y desarrollar acciones para producir equidad. El liderazgo que corresponde a la responsabilidad del Estado en la educación, pasa por su capacidad de establecer y comunicar con claridad estándares para la nación. Si el estado no la hace, esta propuesta y compromiso tiene que emerger desde las regiones.
El cambio de óptica de la enseñanza hacia los aprendizajes (similar al cambio de énfasis en los inputs hacia los resultados) conducen hacia la formulación de estándares que ayuden a determinar qué es lo que deben y pueden aprender los alumnos.
El valor agregado de la Institucion Educativa, o dicho de otra manera, lo que entrega la Institucion Educativa, se expresa en la medida en que ésta pueda generar competencias y destrezas en los alumnos. Dicho valor agregado es medible y evaluable y es la vara con que se puede medir y evaluar la calidad de un sistema educativo.
Los estándares se aplican entonces para medir el valor agregado. Dicho de esa manera, es lo que se espera que todos los alumnos puedan adquirir del sistema educativo. Esto es lo que denominamos las competencias. En la definición curricular los sistemas educativos determinan aquellas competencias que se espera que todos los alumnos adquieran. Las definiciones curriculares son para todos y allí se encuentran definidos los elementos esenciales de las competencias que constituyen los estándares básicos del sistema. En consecuencia, a lo que se compromete el sistema es a entregar competencias para todos, referenciadas a dichos estándares.
El tema de la equidad es quizá el problema principal de la política pública. De hecho, el dato que permanece en las mediciones nacionales es la enorme diferencia en resultados entre distintos tipos de escuelas y entre los estratos. Por lo tanto, no es de extrañar que sea en este ámbito donde aparezcan distintas visiones controvertidas en la generación de estándares.
Por otra parte, se argumenta que el establecimiento de estándares se hace precisamente para enfrentar de manera más informada el problema de la inequidad. La educación sigue siendo percibida como el principal vehículo de movilidad social, pero las inequidades se han mantenido, en cuanto al acceso de los sectores menos favorables hacia niveles superiores de educación. Esto indica que los alumnos tienen logros diferenciados. Sin embargo, mientras no se haga visible a lo largo del proceso cómo y en qué dominios se dan las diferencias y se puedan diseñar acciones focalizadas, las inequidades persistirán. Por ello es necesario hacer visibles los resultados para saber dónde y en qué dominios específicos corresponde introducir mejoras.
Con estándares claros, cada comunidad, profesor, padre y alumno puede saber qué es lo que se espera de los alumnos y derivar las consecuencias necesarias para su acción.
Por otra parte, si bien es cierto que los profesores y las escuelas tienden a darle una importancia excesiva a las pruebas cuando ellas son externas, esto no hace sino llamar la atención al cuidado y necesidad de adecuar el tipo de prueba e instrumentos que se utilicen. Además, si los estándares son significativos para los alumnos y están bien formulados, su influencia en el aprendizaje sólo podrá ser benéfica, por cuanto puede ofrecer un marco para el desarrollo de materiales y metodologías enriqueciendo las actividades; puede orientar la acción de compensación a favor de la igualdad de oportunidades y ser utilizado como indicador del funcionamiento de una institucion educativa o de un sistema favoreciendo la función de control social y de participación de los sectores interesados en la educación.
Si se desconoce cuáles son los aprendizajes y cuáles son los criterios y niveles de éxito, difícilmente se pueden establecer demandas específicas sobre los alumnos. Por ello es preciso empezar a realizar propuestas tendientes a establecer estandares educativos en las áreas básicas para hacerle un seguimiento al desempeño de los estudiantes y para hacer visible la calidad educativa.
Para Ravitch (1995) un sistema de estándares y evaluación está diseñado para:
Elevar el rendimiento académico de todos o casi todos los alumnos.
Indicar a los estudiantes y profesores el tipo de logro que es posible obtener con esfuerzo.
Enfatizar el valor de la educación en el futuro éxito en los estudios superiores.
Estimular el mejoramiento de la enseñanza y la cooperación entre los profesores.
Motivar a los estudiantes para que tengan aspiraciones más altas en su trabajo escolar.
Clarificar el tipo de desempeño deseable en cada una de las materias fundamentales.

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